sábado, 7 de abril de 2012

¿Las ves?

¿Ves eso que revolotea por ahí, entre página y página, de persona en persona? Quizá no te hayas fijado mucho. Parecen mariposas, siguen el mismo movimiento ondulante, pero llegan a los oídos, oídos y ojos; se adentran en nuestra conciencia, o incluso más allá, y permanecen en nuestro subconsciente.
Algunas son tan importantes que perduran años, tantos como los que vivimos, con la diferencia de que ellas nunca mueren, sólo siguen revoloteando, en busca de quien las merezca, quizá con un sentimiento de abandono, pero nunca se rinden, siguen buscando y siempre encuentran a alguien, el mundo está lleno de "alguien".
Algunas se estampan, chocan, se enfurecen; otras son tiernas y dulces, y otras llegan a ser insustanciales, pero siempre están ahí, si las permites quedarse a tu lado, nunca se irán. Son las mejores compañeras de camino, amigas insaciables e incansables. Les gusta la compañía, es muy raro verlas solas.
Durante los días de lluvia se refugian entre los abrigos de la gente, permanecen cerca del corazón, y con el tiempo anodino y grisáceo, cual polillas, se mantienen silenciosas y algo lúgubres, pero con los primeros rayos de sol, vuelven a ser ellas, tan esplendorosas como siempre.
Llevan ahí desde siempre, y desde que llegamos al mundo queremos conservarlas, por eso las escribimos, las decimos, las cambiamos y creamos. No queremos que mueran, nos son tan necesarias y cálidas como el sol que nos calienta y da vida.
Ahora sí, ¿las ves?

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