miércoles, 24 de octubre de 2012

Lolita (Nabokov)


Esta novela, considerada de “irrespetuosa” o “perversa” para la época (1955, en Rusia) narra los amores de un hombre, Humbert Humbert, por su objeto de deseo: una nínfula, hija de su nueva mujer. Nabokov describe este término de la siguiente manera: “Entre […] los nueve y los catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a estas criaturas escogidas”. La madre de la joven muere al poco de descubrir los oscuros deseos de su marido, y éste queda a cargo de la pequeña. Ella jugaba con él, le permitía y le negaba su compañía, sabiendo los oscuros deseos hacia ella. Él se la lleva de motel en motel una vez están solos, y va viendo como Lolita va perdiendo el interés por su “amante-papá”. Poco después, ella se fuga con un artista. Humbert vuelve a encontrarla tiempo después, embarazada y pidiéndole dinero, para poder empezar una vida junto a su nuevo marido. Humbert comprende que aún la quiere, y  decide asesinar al futuro padre.
"Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita"
Este fragmento que refleja los sentimientos de Humbert por ella, y los roles de la joven; frágil, despeinada, descalza, aún con los sueños de la noche en su cabeza, era Lo, simplemente: no llegaba a ser ella del todo, aún le faltaba despejarse, ir a la ducha, desayunar; una vez había conseguido eso, era Lola: enérgica y decidida; esa niña suave y dócil entre el resto de los compañeros no podía ser otra que Dolly; Dolores era su lado serio, cuando no era una adolescente, cuando se sentía mayor; y el lado más importante para Humbert, el que más le gustaba, ese lado tierno y cariñoso que le prometía el mundo, su mundo, era Lolita, a pesar de vivir a escondidas, de las malas caras de ella, de los reclamos infantiles a los que el hombre maduro cedía. No podía ser de otra manera, el inevitable final: “Y ésta es la única inmortalidad que tú y yo podemos compartir, Lolita”. Los recuerdos: repletos para el hombre maduro, olvidados y antiguos para la futura madre.
No cabe duda de que Humbert creó a Lolita dentro de su cabeza, modificó a la Lola que veía para hacerla parecer una especie de ninfa sobrehumana: Lolita seguía siendo una adolescente caprichosa, interesada por cosas como cómics, música o helados, y cuando vio que Humbert no tenía más que ofrecerle, se marchó. ¿Llegó a sentir algo por el viudo de su madre? Puede ser, o puede que todo no fuera más que un gran juego.
¿Qué opináis vosotros al respecto? Dejad vuestros comentarios, si lo deseáis. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario