domingo, 26 de mayo de 2013

No dejes que el agua te arrastre hacia abajo

       A veces no se puede volver atrás, no podemos ser más jóvenes, hacer lo que no hicimos o no hacer lo que nos hará arrepentirnos. A veces, simplemente, estamos hundidos, y no hay marcha atrás. 
     Simplemente comenzamos a ahogarnos. Estamos en un pozo muy hondo, llueve, y el agua helada va subiendo. Nos agarramos con las uñas al interior del pozo, para intentar escalar, pero cuando nuestras uñas se parten, cuando notamos que está demasiado húmedo para subir y nuestros labios se han vuelto azules, gritamos. Gritamos tan alto y tan fuerte que nuestro cuerpo se vacía de aire y nos hundimos. Nuestra voz está silenciada, levantamos los brazos cuanto podemos y sigue sin haber un centímetro de nosotros fuera del agua. Entonces aprendemos que gritar no sirve de nada, que nadie va a rescatarnos, a sacarnos de allí. Así que, como podemos, subimos, nadamos hacia arriba con todas nuestras fuerzas. Tomamos una bocanada de aire y nos entran gotas de lluvia, pero eso ya no parece tan importante. Sabemos que no tenemos que gritar, y ponemos nuestras esperanzas en poder mantenernos a flote mientras el agua siga subiendo. Y que siga subiendo, para poder alcanzar la boca del pozo. 
       Sólo queda una última recomendación: no dejes que el agua te arrastre hacia abajo.

                                      

lunes, 20 de mayo de 2013

El color púrpura (Alice Walker)




Esta novela llevada posteriormente al cine retransmite las tristes vivencias de una superviviente del racismo y la violencia de género, la, denominada por todos, fea Celie. Obligada a alejarse de quien más quiere, por fin encuentra a alguien de quien nadie podrá separarla jamás: Shug. Y en parte aún sigue con su querida hermana, misionera en el continente del que proceden por raza: África. 
Celie dice de sí misma lo que todo el mundo opina de ella: “Soy pobre, soy negra, puede que fea y no sé guisar, dice una voz a todo el que quiera oírla. Pero aquí estoy. Amén, dice Shug. Amén, amén, amén”. Y eso es lo que hace Celie: seguir adelante. Conversa con su gran amiga sobre todo de hombres y de Dios, aunque tengan en principio un concepto diferente del último.
¿Qué ha hecho Dios por mí? pregunto. ¡Celie! dice, como horrorizada. Él te ha dado la vida, salud, y el amor de una buena mujer. Sí, y también un papá linchado, una mamá loca, un padrastro que es un perro indecente y una hermana a la que probablemente no volveré a ver. De todos modos […] ese Dios es un hombre. Y, como todos los hombres, es desconsiderado, olvidadizo e indiferente. […] ¿Me estás diciendo que Dios te quiere sin haber hecho nada por Él? Porque tú ni vas a la iglesia, ni cantas en el coro, ni mantienes al cura, ni nada. Es que, si Dios me quiere, Celie, no tengo que hacerlo. A no ser que lo desee. […] Celie, la verdad, ¿has encontrado alguna vez a Dios en la iglesia? Yo nunca. Sólo a un puñado de gente que espera que se les manifieste. Si alguna vez he encontrado a Dios en la iglesia es porque ya lo llevaba conmigo.
El hombre todo lo corrompe, dice Shug. Está en la despensa, en tu cabeza y en la radio. […] Cuando te pongas a rezar y ¡zas! Se te coloque delante el hombre, tú lo mandas a paseo, dice Shug. Y piensa en las flores, el viento, el agua o en un pedrusco.

Este libro gira alrededor de tres temáticas: la independencia de la mujer hacia el hombre, las diferentes vivencias de la religión cristiana y el racismo. Refleja esperanza en cada una de sus páginas, mezclada con el desconsuelo que se encuentra Celie día a día, y que supera gracias a su resilencia y a su optimismo, y por supuesto, a Shug.


                                                        







viernes, 10 de mayo de 2013

El novio ideal



El novio ideal es sonriente, de mirada intensa, sereno, atlético, atractivo, alto y mira pasar a la gente con un gesto mezcla de interés y despreocupación. Lleva el pelo perfecto, está depilado y viste a la moda. No necesita hacer ejercicio para mantener los abdominales, así que ese tiempo podrá dedicártelo a ti. Nunca te contradice, nunca dice que no, y nunca se apartará si le abrazas demasiado. Nunca ocupará el asiento por ti, y puedes dejar que lleve tus bolsas. Además, siempre está en tiendas, así que no pondrá pegas a ir de shopping. Tampoco tendréis discusiones, ni adorará más a su madre que a ti.
¿Buscas un novio ideal? Es de plástico. Está colocado en un expositor.


viernes, 3 de mayo de 2013

Fracasos y cimientos

Hay fracasos que te hacen plantearte todo: tu vida, la de los demás, el cómo enfocas las situaciones, tu planteamiento vital, todo. Lo malo es que estos planteamientos están llenos de inseguridades: un día crees una cosa y al siguiente otra, pero siempre hay un rescoldo común, que va aumentando poco a poco, hasta hacerse evidente, como un gran rascacielos en medio de una aldea desolada.
Y es que si hay fracaso es porque hay desolación. Los cimientos en los que te basaste están mal, todo ha caído, absolutamente todo se ha destruido: hay que empezar de nuevo. Así que retiras los rastrojos que quedan y dejas espacio a nuevas construcciones. Y empiezas en ese mismo momento, con ideas de paja, hasta que consigues una de un material más resistente, y te fundamentas en ella para volver a construir tu aldea.
En esa aldea  hay una base, y esta vez es una base de movilidad: no hay nada consistente: los que hoy son tus amigos puede que mañana dejen de serlo, los que hoy conoces tan bien mañana pueden ser completos desconocidos, las personas a las que se supone debes sentirte más unida son de las que prefieres alejarte. No hay un "para siempre", ni un príncipe azul, ni unos amigos de toda la vida. Ésa es la verdad absoluta: lo único que hay en esa aldea, lo único que puede haber jamás, es una sola casa, pequeña, de una planta, sin jardín ni terraza, donde vive una única persona, sola, hasta que muera, sin nadie que vaya a acompañarla jamás. Y lo único que puede hacer esa persona es hacerse a la idea y convertirse en autónoma: no necesitar a nadie es el único camino para poder seguir adelante.