domingo, 26 de mayo de 2013

No dejes que el agua te arrastre hacia abajo

       A veces no se puede volver atrás, no podemos ser más jóvenes, hacer lo que no hicimos o no hacer lo que nos hará arrepentirnos. A veces, simplemente, estamos hundidos, y no hay marcha atrás. 
     Simplemente comenzamos a ahogarnos. Estamos en un pozo muy hondo, llueve, y el agua helada va subiendo. Nos agarramos con las uñas al interior del pozo, para intentar escalar, pero cuando nuestras uñas se parten, cuando notamos que está demasiado húmedo para subir y nuestros labios se han vuelto azules, gritamos. Gritamos tan alto y tan fuerte que nuestro cuerpo se vacía de aire y nos hundimos. Nuestra voz está silenciada, levantamos los brazos cuanto podemos y sigue sin haber un centímetro de nosotros fuera del agua. Entonces aprendemos que gritar no sirve de nada, que nadie va a rescatarnos, a sacarnos de allí. Así que, como podemos, subimos, nadamos hacia arriba con todas nuestras fuerzas. Tomamos una bocanada de aire y nos entran gotas de lluvia, pero eso ya no parece tan importante. Sabemos que no tenemos que gritar, y ponemos nuestras esperanzas en poder mantenernos a flote mientras el agua siga subiendo. Y que siga subiendo, para poder alcanzar la boca del pozo. 
       Sólo queda una última recomendación: no dejes que el agua te arrastre hacia abajo.

                                      

1 comentario:

  1. "Lo que ahoga a alguien no es la inmersión, sino el hecho de seguir bajo el agua" - Manual del Guerrero de la luz
    No esperes que nadie te saque, tienes que salir por tus propios medios, si no no lograrás entender el por qué te has hundido y volverás a hacerlo

    ResponderEliminar